El modelo británico educa en valores desde los primeros años
Cada vez más familias buscan algo más que una buena formación académica: quieren una educación que acompañe el desarrollo personal, social y emocional de sus hijos desde los primeros años. Por eso, el modelo británico ha empezado a ganar terreno en España, especialmente en centros que apuestan por una enseñanza basada en el respeto, la participación activa y la interiorización de valores desde la infancia. Un ejemplo claro lo encontramos en algunas guarderías en Las Rozas, donde este enfoque empieza a implantarse desde la etapa infantil.
El modelo británico no entiende la educación como una simple transmisión de contenidos, sino como una experiencia viva en la que cada niño y cada niña aprenden a través del juego, la exploración y el trabajo en equipo. La autonomía, la creatividad o la convivencia no se enseñan como materias, sino que se integran en el día a día a través de dinámicas tan sencillas como reunirse en una alfombra para compartir ideas o participar en un sistema de casas que fomenta el compañerismo y el sentido de pertenencia.
Qué es el modelo británico y por qué cada vez más familias lo eligen
El modelo británico se basa en una idea sencilla: cada niña y cada niño aprenden mejor cuando se sienten escuchados, valorados y seguros. Por eso este sistema apuesta por una educación que combina el desarrollo académico con el crecimiento personal y social desde los primeros años. No se trata solo de enseñar materias, sino de formar personas capaces de pensar por sí mismas, convivir con respeto y disfrutar aprendiendo.
En lugar de imponer contenidos a edades tempranas, se prioriza la exploración activa, el aprendizaje cooperativo y el respeto por los ritmos individuales. A esto se suma un entorno en el que el inglés se vive de forma natural, sin clases magistrales, sino en contextos reales, como el juego, la música o las rutinas diarias.
Este enfoque está presente en muchas guarderías en Las Rozas que han decidido adoptar el modelo británico como base de su propuesta educativa. Lo hacen no solo por sus beneficios lingüísticos, sino porque entienden que una educación temprana en valores, con herramientas prácticas y una atención personalizada, prepara mejor a los niños y niñas para cualquier reto futuro.
Una educación que potencia la autonomía, la creatividad y los valores
Una de las claves del modelo británico es que los valores no se enseñan con discursos, sino que se viven en el aula. Desde edades tempranas, el alumnado participa en dinámicas que fomentan la responsabilidad, la empatía y la colaboración. No hay pupitres en fila ni evaluaciones constantes: hay espacios compartidos, juegos estructurados y momentos de conversación en grupo.
El «carpet time» es un buen ejemplo. Se trata de una rutina diaria donde niños y profesoras se sientan juntos en una alfombra para compartir ideas, resolver dudas o iniciar nuevas actividades. Este gesto sencillo rompe jerarquías y enseña, sin necesidad de palabras, que la opinión de cada persona cuenta.
Otro elemento distintivo es el sistema de «houses» o casas. Cada niño pertenece a un equipo mixto donde se premia el esfuerzo, el respeto y la cooperación. Esta estructura refuerza el sentimiento de pertenencia y permite trabajar objetivos comunes de forma lúdica. Además, el uso de pegatinas, menciones y gestos positivos fortalece la autoestima y motiva sin castigos.