Situaciones en que podrías perder la paciencia y consejos sobre cómo actuar en cada una

Cómo calmar el miedo del niño

Todo papá pasa por un momento de cuestionamiento en que siente que está haciendo mal las cosas, perdiendo los estribos y llegando al borde de un ataque de nervios. ¿Cómo evitar gritarle a tu niño si no obedece?

Con las siguientes situaciones te sentirás más que identificada; sigue nuestras recomendaciones para que tengas éxito.

  1. No quiere comer nada

Entre los 4 y los 7 años es normal que el pequeño no quiera comerse las verduras o cualquier alimento desconocido para él. Esto se debe a la “neofobia” o fobia a la novedad. Por lo tanto, no debes extrañarte de que tu hijo se ponga difícil a la hora de comer algo que antes no le habías puesto enfrente.

Consejo: si quieres que las horas de comida se caractericen por la paz, haz que tu niño participe en la elección del plato. De ese modo, estará más dispuesto a tragarse toda la porción, una vez que sepa qué fruta o verdura le presentarás. Proponle que te ayude a hacer determinada salsa o a lavar los arándanos.

Y si te dice que no quiere probarla, espera un tiempo y ofrécesela de nuevo más adelante, siempre procurando que conozca más alimentos para que no rechace las cosas ricas que le preparas.

  1. Se niega a ayudarte en la casa

Cuando le pides algo, de acuerdo a su edad obviamente, no quiere obedecerte. Ya sea dejar su ropa sucia en el canasto o recoger sus juguetes, se resiste sistemáticamente a hacerlo.

La negación puede tener que ver con la forma de decirle las cosas. Si siempre le das órdenes o lo retas para que haga ciertas labores domésticas, difícilmente querrá hacerlas.

Consejo: la idea es que no tengas que repetir las cosas mil veces, más bien, cambiar de estrategia. Preséntale la actividad como una oportunidad para aprender algo nuevo, dile que será capaz de hacer muchas más cosas y de ser más autónomo. A los niños les gusta escuchar que “ya son grandes”, así que si le hablas de ese modo, será más cooperativo de ahora en adelante.

Además, el hacer juntos las tareas de la casa contribuirá a que se sea parte del grupo familiar y sienta satisfacción al aprender nuevas cosas y ocuparse de sí mismo.

  1. No se queda quieto cuando lo sacas

El pequeño corre y corre, se trepa a lugares que no corresponden. Por ejemplo, al ir a una exposición, no deja de saltar y moverse. Pero detente un momento y recuerda que los museos o salas de espera o bibliotecas no están diseñados para los adultos y que los niños se aburren cuando se les impone que se queden quietos.

Consejo: el cerebro de los niños se pone mucho más activo cuando no tienen en qué centrar su atención. Por lo tanto, se ponen más inquietos. Lo que puedes hacer es dirigir constructivamente su energía y guiar su actividad neuronal hacia una actividad concreta.

Al hacerlo, evitarás que se sienta disperso por diversos estímulos. Encomiéndale un trabajo interesante para él: buscar un personaje, un animal o un color atractivo. Esto le motivará a observar tranquilo lo que le rodea, ya sean las esculturas, los cuadros de la pared o los libros de la estantería.

  1. Se ha puesto rebelde

A veces los niños se ponen insoportables y no quieren ayudar en nada, no quieren responder a las preguntas, dejan las cosas a medias, en fin, están cada día más rebeldes. Puede que hasta tu hijo se tape los oídos cuando le hablas.

Aunque te moleste enormemente, es normal. No cedas a la tentación de catalogarlo como un niño rebelde o difícil, ya que así podrías negarle la posibilidad de cambiar.

Consejo: respira profundo y procura hablar con él. Explícale que su actitud no es correcta, que te decepciona. Si él sabe cómo te hace sentir su comportamiento, entonces le estarás dando una oportunidad para ser mejor.

  1. Sus movimientos son torpes

Puede que este aspecto te irrite, pero la verdad es que su torpeza no su culpa, es parte de su crecimiento. Así que si da vuelta el vaso con agua, bota las cosas al pasar o no agarra lo que le pasas, trata de tener paciencia. Piensa que cuando era pequeño, cada pasito tembloroso que daba te llenaba de emoción, por lo que no puedes ahora gritarle cuando se pone torpe.

Si le haces comentarios negativos, le generarás vergüenza y un sentimiento de culpa, lo que probablemente lo hará ser más torpe al moverse.

Consejo: no le eches la culpa de las cosas que haga, sino enfócalo en tu sentimiento para que te comprenda. Dile algo como «me agota recoger todo lo que se cae y estar siempre pendiente para que no te vayas a hacer daño». Eso puede motivarlo a escucharte y tomarte en cuenta, poniendo un poco de atención especial en esas cosas que no hace tan bien.

  1. No se contenta con lo que le das

Si le otorgaste cada helado que te pidió y aún así no está contento, o le llevaste un bolso lleno de juguetes al parque y quiere justo el que tiene su amiguito, es lógico que te sientas sobrepasada. Pero en realidad, esos caprichos son normales. El deseo por algo que el mundo ofrece es muy fuerte, y se requiere energía para renunciar a eso.

Consejo: prevé lo que pueda pasar y piensa de antemano en qué hacer para llegar a un acuerdo. Por ejemplo, si van al parque y sabes que él va a pedirte algodón de azúcar, helado o una subida a un juego pagado, ten los argumentos preparados para negarle lo que no quieras permitirle y para que entienda que hay cosas que hay que priorizar.

Algo útil es administrar eficientemente el presupuesto familiar y puedes hacerle partícipe del manejo de los gastos. Dile “Hoy tenemos $… y nos alcanza esto o esto, ¿qué prefieres?». Si el niño ya va al colegio, será una excelente manera de reforzar sus habilidades matemáticas.

  1. Se saca el gorro que le pones para el sol

Al salir de paseo o ir a la playa, no hay caso de que se quede con el sombrero puesto. Si le ordenas que se deje el gorro o que se cuide del sol no te presta atención. El punto es que no está probando tu paciencia sino más bien jugando completamente concentrado.

Consejo: expón tus razones de manera firme y clara. No tiene que verlas como una restricción, sino más bien recordar un mensaje sencillo con las palabras clave, como «gorro» o «protector solar».

Al recibir la información precisa sin violencia, estará más dispuesto a hacer lo que le pides, hasta se sentirá inclinado a ponérselas solo.

  1. Su pieza parece un basurero

Cada vez que entras a su dormitorio ves un regadero de muñecas, peluches, piezas de rompecabezas, autitos, etc. Debes entender que un niño no ve el orden como un adulto ni piensa en guardar las cosas en armarios o repisas. A él le gusta tener las cosas a la mano, delante de su vista.

Consejo: para que tu hijito aprenda a ordenar, no puedes obligarlo mediante la compulsión, tiene que ser un impulso gradual. Algunas ideas son darle opciones (pedirle que guarde primero lo que guste) o proponerle ayuda (darle un cajón especial y recoger las cosas con él).

No obstante, si tu hijo tiene más de 4 años, es recomendable que aprenda a ordenar sin ayuda de otros.

  1. No está listo en las mañanas

Si todos los días comienzan con un estrés gigantesco y estás siempre mirando el reloj porque vas atrasada, es muy posible que reine el caos y los conflictos de poder en tu hogar. Muchas de las peleas matutinas más tienen que ver con la negativa infantil hacia la forma de expresar las ideas que al contenido. Si le hablas con un tono estresante o tiránico, no obtendrás el efecto deseado.

Consejo: Prueba a ver cómo se comporta sin tus regaños. Si no le exiges que se ponga la ropa a toda prisa o le dices que puede ir a la escuela con esas pantuflas, lo más probable es que se las quite solo. El tono negativo predispone al niño a responder mal.

 


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