Soluciones a los problemas más comunes en la disciplina de los hijos

niño

Si te cansaste de las pataletas y los escándalos cada vez que das una orden, entonces este artículo te dará las herramientas necesarias para educar a tus hijos, sobre todo en estos tiempos en los que los niños respetan muy poco la autoridad paternal y muchas veces estos ceden a todo por complacer a los pequeños reyes o reinas de la casa.

Toma en cuenta estos 10 consejos a la hora de disciplinarlos:

  1. Cuenta hasta diez y contrólate

El problema: tu hijo hace una rabieta cada vez que escucha la palabra “no”. Ya sean los juguetes de la tienda o las golosinas del supermercado, la presión es tal que no puedes más y terminas gritándole, al borde de la histeria.

Recuerda que tu hijito es una esponja y absorbe el ejemplo que le pones por delante, por lo que si te ve perder la calma y la paciencia, hará lo mismo. Las amenazas con gritos o los golpes, en vez de enseñarle a portarse bien, le enseñan a conseguir lo que quiere de esa forma.

La solución: para que el niño aprenda a controlarse, tienes que hacerlo tú primero. Así que si te hace un berrinche, mantén la calma. Dile que te ha enojado mucho su comportamiento, pero no dejes que te saque de las casillas. De otro modo, le estarás dando el control de la situación.

  1. Cuidado con la inconsecuencia

El problema: al estar muy cansada, después de un largo día, tu pequeño te pide que le des algo que le habías prohibido. Como no tienes energías para discutir, cedes, para que te deje en paz y no llore.

Piensa que ante esas inconsistencias en los mensajes que le transmites, tu “no” pierde valor y le haces sentir que es él quien tiene poder sobre sus padres.

La solución: el “no” debe ser “no”, debes ser firme. No pienses que evitar una pataleta es mejor que perder tu autoridad. Mejor que eso, ignora sus llantos y luego, cuando se calme, dile que si sigue así recibirá un castigo, mientras que si se tranquiliza, verás la manera de recompensarlo (si se puede, con lo que te está pidiendo, si no, con otra cosa).

  1. No temas ser una tirana

El problema: ha pasado la hora de acostarse y el pequeñito te pide, con ojitos de gatito con botas, si puede terminar de ver una película hasta tarde. Te sientes culpable y dudas.

La solución: reafírmate a ti misma que los límites y las prohibiciones que le has impuesto son fundamentales para un buen desarrollo. Las reglas son por el bien de los hijos y los padres no pueden ser vulnerables a esos ojitos. Aunque en ocasiones pareciera que decir que “sí” es lo más simple, no es lo que garantizará la felicidad de tu retoño, sino más bien tu constancia y tu coherencia. Por otro lado, hay que ser realista; a los niños no les gustan las reglas y no te darán las gracias por ponerlas, al menos no antes de crecer y madurar.

  1. Deja las palabras y actitudes violentas

El problema: tu adolescente se ha puesto desordenado y algo rebelde. Le dices que ordene su pieza y te echa, pidiéndote que “no te metas en su vida”.

La solución: cierra la puerta y dale tiempo para que se calme, sin caer en su juego. No olvides que para discutir se necesitan dos. En este caso, no se trata de darle la razón, sino de evitar un intercambio de gritos y reproches.

Tu objetivo es razonar, disminuyendo la violencia de la discusión. Los expertos en psicología y educación señalan que lo más importante es reducir los conflictos, tanto en duración como en intensidad.

  1. No prometas nada que no puedas cumplir

El problema: tienes que asistir a un compromiso con tu familia y el niño no quiere ir. Ante su gritería, lo amenazas con cancelar el panorama del próximo fin de semana. Sin embargo, sabes que no será posible hacer eso porque ya está todo pagado con antelación. Entonces, tu hijo está consciente de que puede salirse con la suya las 2 veces.

La solución: así como debes ser consecuente con lo que prohíbes, debes serlo con las cosas que prometes quitarle. Solamente así funcionarán las amenazas o castigos a los que recurras. Utiliza este recurso con equilibrio, únicamente cuando el ultimátum sea necesario.

  1. Establece parámetros para que escoja

El problema: tu hijo quiere que cedas ante una petición en específico, como ver una película, pero no ha hecho lo que le has pedido (hacer su cama, terminar con las tareas, etc.).

La solución: lo último que quieres es tener un enfrentamiento. Lo que puedes hacer es negociar; puedes decirle que escoja entre hacer sus labores antes de la película o si no, tendrás que grabarla y dejar que la vea otro día. De este modo, entenderá que no encuentras que sus deseos estén mal, pero que tiene que satisfacer tus peticiones primero.

Cuando le poner parámetros para que decida, contribuyes a formar la personalidad de tu hijo, colaborado para que construya su autonomía y se desenvuelva en el mundo real. Así, aprenderá a tomar decisiones correctas que le servirán toda su vida.

  1. Ten presente la edad de tu pequeño

El problema: estás atrasada y comienzas a regañar a tu hijo porque no se pone la ropa ni se amarra las zapatillas. Pero te has olvidado que apenas tiene 3 años.

La solución: comprende que en este caso, la demora de tu hijo o su negativa a hacerlo no es un tema de obediencia, sino de capacidades. Para que el niño no se sienta un fracasado, necesita de tu comprensión. Ten claro que no es un adulto en miniatura, sino un ser en pleno desarrollo y con competencias muy distintas a las tuyas. Entender esta idea te ahorrará decepciones y disgustos innecesarios.

  1. Siempre encomia sus esfuerzos y logros

El problema: después de un berrinche el niño logra calmarse, pero no te sientes con las ganas de felicitarlo, pues te enfocas en el mal rato que te hizo pasar.

La solución: el niño necesita elogios, no sólo retos ni una instrucción clara respecto a lo que hay que hacer o lo que no. Tampoco se pueden limitar los comentarios positivos a sus logros, sino a sus esfuerzos.

Cuando el pequeño se siente orgulloso de lo que ha podido hacer y de la aprobación de sus padres, se manifestará menos propenso a hacer rabietas para que lo escuches. El encomio estimula al niño a portarse bien y alimenta su autoconfianza.

  1. Cuenta hasta 3

El problema: le dices a tu hijo que se quede tranquilo y hace caso omiso a tus órdenes. Si sientes que no hay nada más que hacer, ¡cuenta hasta 3!

La solución: este método es muy antiguo; a que tu mamá lo usaba contigo. Explícale que a la cuenta de 3, si no te ha obedecido, recibirá el castigo correspondiente. No tienes por qué amenazarlo una y otra vez, más bien empezar a contar y listo. Si llegas hasta 3, pues tendrá que recibir su justo merecido. Es la mejor manera de demostrar tu autoridad.

  1. Si se porta mal, llévale aparte

El problema: estás en un lugar público o en presencia de otras personas y tu pequeño hace un escándalo digno de película de terror. No hay manera de hacerle entender que debe calmarse y dejar de llorar en frente de toda esa gente.

La solución: Como el niño quiere captar el interés de sus progenitores y ser el centro de atención, intentar conversar con él frente a todos no es la mejor alternativa. Lo más efectivo es aislarlo, ya sea enviándolo a su habitación o acompañándolo a otro lugar para hablar con él.

La estrategia de alejarlo funciona con los niños pequeños, pero no debe ser por un periodo muy extenso. Más bien, se recomienda dejarlo solo 1 minuto por cada año del niño. Así, tu hijo entenderá que su mala conducta lo llevará a estar solo, y eso ayudará a que lo piense mejor la próxima vez que quiera hacer una escenita.

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