¿Es bueno que los niños se disfracen de monstruos?

Es bueno que los niños se disfracen de monstruos

La docente de la Escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico, Verónica Navarrete, comenta que en general los niños comienzan a disfrazarse en la etapa preescolar, alrededor de los tres a cuatro años. “En este periodo los niños aún no tienen clara diferenciación entre la realidad y la fantasía. Esta edad de la magia y fantasía es de gran relevancia y sienta los pilares del desarrollo cognitivo posterior”, indica.

Por lo mismo, Verónica Navarrete señala que los disfraces más adecuados para cada edad dependerán de los gustos e intereses de los niños.

“En general a los niños les gusta disfrazarse de las personas más significativas, como el papá y la mamá, pero también aparecen las preferencias por los disfraces del mundo de la fantasía e imaginación, como hadas, princesas y superhéroes, entre otros. Los animales también asoman como alternativa, principalmente en los niños más pequeños, alrededor de los tres años. Ya alrededor de los 5 y 6 años vemos los disfraces ligados a profesiones, que les permiten ensayar roles y establecer un juego simbólico”, acota.

Halloween

“Los disfraces relacionados con personajes siniestros están relacionados con el enfrentamiento del miedo. El miedo es una emoción y reacción natural de los seres humanos, que nos permite estar alertas y protegernos de peligros o amenazas; es parte del instinto de supervivencia. En este contexto, es importante no ver al miedo como algo negativo”, precisa Verónica Navarrete.

Por lo mismo, la especialista dice que la fiesta de Halloween brinda la oportunidad a los niños de enfrentar sus miedos, apoyados y acompañados de sus familias y pares. “Se ofrece el diferenciar lo que es real de lo que no lo es. Así, más que plantearle al niño que no tenga miedo, es una oportunidad de acompañarlo en un ambiente que le brinda seguridad. Lo más importante es darle al niño un espacio de creatividad y espontaneidad al desarrollar su disfraz, no limitándolo a través de lo ofrecido en los medios de consumo”, puntualiza.

Si un niño no quiere disfrazarse, la especialista es tajante y señala que no hay que obligarlo. “A algunos les dan miedos los disfraces o no se sienten cómodos disfrazados. Es importante respetar al niño en esta decisión, ya que no todos están preparados para modificar su imagen y transformar su cuerpo. En este sentido, el niño está reforzando su identidad y requiere que esto sea respetado por los otros. Algunos sienten inseguridad al disfrazarse y ver a otros disfrazados y diferentes a cómo son habitualmente también les genera inseguridad. En estos casos es bueno ofrecerles otras maneras de jugar y no aislarlos ni etiquetarlos por no querer disfrazarse”, finaliza la docente de la Escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico.

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