¿Cómo sobrevivir al término del año escolar?

término del año escolar

Fin de año es sinónimo de estrés y agotamiento físico y mental y claramente, este se ve aumentado cuando vemos que faltan poco más de dos meses para que el año escolar termine. Ante ello, tanto apoderados como alumnos, tratan de hacer un último esfuerzo para subir las notas y así pasar al siguiente curso de la mejor manera posible.

Para evitar sorpresas, los especialistas de Editorial Caligrafix recomiendan mantener una comunicación constante con los profesores para estar informados sobre los avances o retrocesos que han experimentado durante el año escolar.

De allí, que es en esta fecha cuando empiezan a aumentar las consultas a los psicólogos y visitas a las direcciones de los establecimientos educacionales. Los padres entran en un estado de desesperación pues ven que sus hijos no cuentan con los promedios necesarios para pasar de curso e inician una suerte de presión obsesiva –por decirlo de alguna manera – hacia sus hijos y profesores.

“Uno de los errores que cometen los padres, en lo que a educación formal se refiere,  y que de una u otra forma llevan a que tanto ellos como sus hijos se vean enfrentados a esta situación de stress, es la falta de continuidad en su labor de supervisar, motivar e incentivar a sus hijos. Muchas veces esta falta de continuidad puede darse durante periodos más acotados, como por ejemplo: condicionar la ayuda a los hijos con las tareas diarias según su estado de ánimo”, reflexiona Paulina Schwarze, subdirectora de la editorial Caligrafix  y licenciada en Educación Básica.

El mantener una comunicación constante con los profesores de nuestros hijos, cosa de que nos puedan informar sobre los avances o retrocesos que han experimentado durante el año escolar; analizar los resultados obtenidos durante el primer semestre, tanto académicos como emocionales, con el fin de conversar con el niño sobre sus sentimientos y pensamientos acerca de lo logrado.

Lo primero que deben considerar los padres es la aplicación de hábitos de estudio de manera constante y sistemática, tales como:

●     Establecer horarios de sueño, alimentación, ocio y estudios y respetarlos cotidianamente.

●     Interesarse en las actividades que realizan en el colegio, preguntándole por ellas.

●     Estimular con cariño y paciencia el trabajo escolar.

●     Disponer de un lugar y un horario preestablecido para dedicarse a las tareas escolares y acompañarlos en esos momentos con alegría y entusiasmo. Dejar el cansancio de lado para potenciar positivamente esta instancia.

●     Respetar los momentos de juego y ocio, los cuales son tan importantes como el hábito de estudio.

●     Compartir experiencias propias y escuchar atentamente los testimonios de los hijos.

●     Evitar hacer comentarios negativos frente a las exigencias escolares o al criterio de los profesores.

Sin lugar a dudas una de lo más importante es transmitir nuestra propia experiencia de «manejo» de estrés con los hijos.

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