La historia del único Viejo Pascuero «certificado» en Sudamérica

Guillermo Burgos santa chileno

Se dejó crecer la barba para sorprender a su familia en Navidad. Hoy, su oficio es ser Papá Noel.

Fue recién después de jubilar que Guillermo Burgos decidió dejarse crecer la barba. Hasta entonces, la disciplina de la Armada se lo impedía.
«Trabajaba en los astilleros de Talcahuano y mi cargo era de confianza de un superior, así que siempre tuve que ir bien peinado y afeitado a trabajar», recuerda el hombre, quien cuenta que ese año decidió hacerlo «sabático», por lo que dejó de afeitarse.

Burgos dice que, para su extrañeza, pues tiene sólo 55 años, su barba comenzó a crecer blanca, y hacia fines de 2009 estaba lo suficientemente tupida para pensar en sorprender a su familia para la Navidad disfrazándose de Viejo Pascuero.

Compró un traje en una tienda de la ciudad de Talcahuano, con el que hizo su entrada después de la cena. «Fue un éxito. Quiso amenizar la fiesta familiar, y resultó demasiado bien. El parecido es asombroso», dice su hijo Francisco, que oficia hoy de duende en la pequeña empresa que los Burgos decidieron formar después de esa Nochebuena.

Decidió dar el paso cuando tomó en cuenta que lo que al principio fue sólo una broma para la familia y amigos, podía funcionar en serio.
Partió con lo básico: solicitó a una modista que le hiciera un traje y con sus hijos armó una página web y organizó las visitas. Hoy, Burgos es el único Viejo Pascuero en Sudamérica que está «certificado» en la Universidad Internacional de Santa Claus con el grado de bachiller.

El dinero que ganó con las primeras presentaciones, unos $8 millones, lo invirtió en tomar el curso que se dicta en California, Estados Unidos, y comprar un traje. «Allá me enseñaron un montón de cosas útiles. Conozco bien la historia detrás de San Nicolás, el personaje histórico en que se basa el Viejo Pascuero, así como cuentos, como el de por qué el reno Rudolf tiene la nariz roja», cuenta.

La universidad lo preparó bien, reconoce. Allí tomó cursos de impostación de la voz, y aprendió, por ejemplo, cómo tratar con niños y algunas claves para lidiar con adolescentes. «También tomó cursos de actuación», señala su hijo Francisco.

«Hay algunos tips muy buenos, como la ‘regla de los cinco segundos’. Ese es el tiempo que tienes para tomar a un niño en brazos y sacar una foto. Después se ponen a mirar el traje y el fotógrafo no puede retratarlos», explica Guillermo.

También supo de la importancia de contar con implementos de buena calidad. «El traje es de un rojo que no cambia de color cuando se fotografía o se graba un video», dice Francisco.

Hoy, padre e hijo reconocen que les ha ido bien. Esta semana visitaron un jardín infantil en Coronel, viajaron a Valparaíso y Viña del Mar, y rematan la semana (viernes) con una presentación para los funcionarios del Palacio de la Moneda. Ya tienen compromisos para el 2013. Sin embargo, Guillermo se da tiempo para realizar funciones gratis.

«Trabajamos hace unos días en la plaza de Talcahuano. También en un jardín en San Pedro de la Costa, con niños súper vulnerables. Uno de ellos, incluso, quería meterse en mi saco para que lo llevara al Polo Norte», cuenta Guillermo.


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